noviembre 08, 2010

La carne se está comiendo el planeta.

Hoy en día, la mayoría de las tierras de cultivo son dedicadas al cultivo de cereales.
Sabiendo que hay millones de personas que sufren de malnutrición, este dato puede parecer bastante extraño. La razón es muy simple: estos cereales no son para los seres humanos. Bueno, no directamente, ya que servirá para alimentar al ganado.
¿Cuál es la situación mundial en términos de consumo de carne?
En poco tiempo, el mundo ha sido testigo de una revolución en la industria de la carne y del animal. Antes, el consumo de carne implicaba una relación con el animal, una relación entre dos seres vivos. Esta relación ya no existe. Hoy en día los animales son arreados por millones en las fábricas, y alimentados con pienso transgénico.
El consumo de carne per cápita se ha multiplicado -al menos- por tres en menos de un siglo.
¿Cómo ha sucedido?
La explosión del consumo de carne empezó en la posguerra, cuando la población quiso comer carne en grandes cantidades porque había sufrido de hambre durante la guerra. Es un fenómeno paralelo a la distribución de fertilizantes y de plaguicidas sintéticos, por eso, los estados han invertido mucho en la genética, los tratamientos médicos y, finalmente, han creado granjas industriales donde el ganado traga antibióticos, hormonas de crecimiento y alimentos transgénicos.
¿Cuáles son los efectos en nuestra salud?
Los científicos han creado nuevos animales, a los cuales se administra medicina para prevenir cualquier enfermedad. Su carne, es decir, la carne vendida, contiene trazas de estos medicamentos. Los consumidores de carne, consumen en realidad un producto con residuos de tratamientos médicos y con transgénicos. Paradójicamente, la mayoría de los consumidores se oponen a la cultura de estos organismos genéticamente transformados en su país.
La inmensa cantidad de residuos producidos en las explotaciones agrícolas es mayor que la capacidad de absorción de las tierras. El estiércol ya no es un recurso agrícola valioso, sino que es un residuo tóxico que contiene nitratos, metales pesados y sustancias procedentes de la administración de antibióticos. Estos elementos pueden contaminar las aguas subterráneas y superficiales, amenazando también la salud pública.
Por otra parte, ahora se reconoce que un alto consumo de carne no es bueno para la salud. Demasiada carne roja causa, entre otras cosas, el aumento del colesterol, el riesgo de enfermedad cardiovascular y de algunos cánceres, y favorece la obesidad.
¿Qué impacto sobre nuestro medio ambiente?
Necesitamos 15.000 litros de agua para producir 1 kg de carne de vacuno, mientras que unos 1000 a 2000 litros son suficientes para producir 1 kg de trigo, de arroz o de soja.
La producción de carne es responsable de una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (15 a 20% de las emisiones mundiales de metano están relacionadas con la ganadería). Por otra parte, el efecto invernadero del metano es 21 veces superior al del  CO2. En otras palabras, la producción de 1 kg de carne de ternera causa una emisión de gases de efecto invernadero equivalente a un viaje de 220 km en coche.
En 2006, un informe de la ONU afirmaba que la ganadería generaba más emisiones de gases de efecto invernadero que todos los medios de transporte del planeta reunidos. El documento estima que las granjas industriales fueron responsables del 18% de las emisiones de gases, es decir,  más que las emisiones originadas por los transportes.
Alimentar a los animales a escala industrial requiere un enorme consumo de energía.
Un despilfarro de recursos
Se necesitan entre 7 y 9 calorías vegetales para producir una sola caloría animal, sin mencionar la producción y el transporte de enormes cantidades de vegetales y de cereales para alimentar al ganado.
Considerando un valor nutricional equivalente, la misma cantidad de cereales que una vez “transformada” en carne alimenta a 1 persona, podría alimentar a 7 personas si se consumiese directamente.
La producción de 1 kg de carne necesita el mismo plazo de tiempo y la misma superficie que la producción de 200 kg de tomates,  160 kg de patatas, 120 kg de zanahorias o 80 kg de manzanas.
Se necesitan entre 7 y 16 kg de soja para producir 1 kg de carne.
Un alimento muy poco solidario
Hoy en día, más de mil millones de personas, es decir,  1 de cada 6 personas, sufren de desnutrición a pesar de un aumento en la producción de cereales de casi mil millones de toneladas desde los años 60. Sin embargo, los humanos no se benefician de este progreso agrícola. Cada año, más de un tercio de la producción mundial de cereales y la cuarta parte de la producción mundial de pescado sirven para alimentar al ganado.
La ganadería acapara el 60% de la producción mundial de cereales, o sea, 670 millones de toneladas. Un volumen de producción que bastaría para cubrir las necesidades alimentarias de los cientos de millones de personas que sufren de malnutrición.
Si los cereales utilizados para el ganado en EE.UU. se consumiesen directamente, se podría alimentar a 800 millones de personas.
En una granja de engorde de EE.UU, ¡se distribuyen cada hora más de 25 toneladas de maíz a los 37.000 animales del ganado!
En 1985, durante la hambruna en Etiopía, cuando la población se moría de hambre, este país seguía exportando cereales para alimentar al ganado británico.
Debido a su alto consumo de harina de pescado, el 60% de la industria de la carne occidental se ha apoderado de los recursos pesqueros de Chile y Perú, mientras que cada año, entre 1980 y 1985, murieron 48.000 niños chilenos y 90.000 niños peruanos a causa de la malnutrición.
El ingeniero agrónomo y famoso ecólogo René Dumont declaró en su día:
“La sociedad Occidental, con su exceso de consumo de carne y su falta de generosidad hacia los más pobres, se comporta como un caníbal, un caníbal indirecto: consumiendo carne, derrochando así los recursos de cereales que podrían haber salvado a [todas las personas que sufrían del] hambre.”
En algunos países -Amazonia, Indonesia, Malasia, etc.- miles de campesinos son expropiados brutalmente con el fin de utilizar sus tierras para los cultivos destinados a la producción y a la exportación de carne.
En 1950, el 72% del territorio de Costa Rica estaba cubierto de bosques, es decir, unos 37 000 km2. Hoy en día, representa menos de 26% y 60.000 hectáreas son deforestadas cada año.
Según la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación- el 70% de la selva amazónica han sido convertidos en pastizales.
En Europa, el 70% de las tierras agrícolas se utiliza para la alimentación del ganado.

¿Y la solidaridad hacia los animales?
Cada año en el mundo, se sacrifica más de mil millones de animales para su carne, por no mencionar los víctimas indirectas – sólo se incluyen aquí los animales vendidos como carne, están excluidos los animales atrapados en las redes derivantes, los millones de pollitos machos descartados, es decir sacrificados al nacer, los animales muertos durante su transporte, muertos a causa del abuso, el estrés, etc.-.
Esta cifra colosal, esconde detrás de cada pedazo de carne, una vida de privaciones, de sufrimiento y de angustia. Los animales destinados a la alimentación de los seres humanos son prisioneros durante toda su vida hasta su muerte agónica para acabar en un plato.
¿Qué consecuencias a largo plazo (además de las enumeradas anteriormente)?
Con el fuerte crecimiento mundial del consumo de carne, países como India y China, que tradicionalmente no tenían una dieta con mucha carne, se están volviendo cada vez más exigentes, y tendrán que encontrar nuevas tierras para alimentar al ganado. Sin embargo, hay mil millones de personas que padecen hambre crónica en el mundo. Si la gente no frena este exceso de apetito por la carne, con el tiempo el tiempo se extenderá el hambre por el planeta, ya que no quedarán recursos para satisfacer la demanda.
¿Es todavía posible frenar el consumo de carne?
Igual que existe una voluntad pública y política de consumir carne en grandes cantidades, también sería posible revertir esta tendencia que es cada vez peor. Nociva para la salud, para el planeta e inmoral con respecto a los animales y a nuestros “hermanos” humanos que padecen hambre.
Esto es la parte política, colectiva. Pero cada uno de nosotros puede hacer algo: reducir su consumo de carne, e incluso volverse vegetariano.
El mismísimo Albert Einstein dijo:
“Nada beneficiará tanto la salud humana e incrementará las posibilidades de supervivencia de la vida sobre la Tierra, como la evolución hacia una dieta vegetariana.”
Uno puede pensar: “Pero a mi nivel, no voy a cambiar mucho las cosas”  o bien “Uno más o uno menos, entre millones de personas, no voy a hacer la diferencia”.
Sin embargo…
Todos tenemos un papel en nuestra sociedad, y también una huella ecológica. Desafortunadamente, llegará el día en el que no tendremos otra opción, ahora es el momento de actuar. Cuando estamos tiempo.
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>> Mide tu huella ecológica aquí
Para obtener más información:
Fuentes:
Revista Science & Vie – abril de 1997;
David Pimentel, profesor de ecología en el Instituto Cornell;
Informes de la FAO;
Steve Boyan, de la Universidad de Maryland: Compassion in World Farming.



(extraído de http://humanityy.com/es/blog/solidaridad/reflexiones/la-carne-se-esta-comiendo-el-planeta/) 

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